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Roberto Garrone
La falta de trabajo en la industria pesquera argentina se resuelve de distinta manera según los trabajadores se ubiquen al sur o al norte del Río Colorado. En Mar del Plata el sindicato del pescado acapara toda la ayuda social que pueda recibir, acopia en el salón de usos múltiples embolsa una vianda de productps no perecederos y reparte en una comunidad de trabajadores que hace mucho no trabajan.
En Comodoro Rivadavia la provincia de Chubut acaba de subsidiar esta semana con más de un millón de pesos a 82 estibadores, luego que repitieran el bloqueo al acceso portuario en reclamo para que se reactive la actividad en la terminal marítima de la principal ciudad chubutense.
La administración Arcioni cumplió el anhelo que tienen los dirigentes del SUPA en Mar del Plata que cada vez que migra la flota fresquera de altura a pescar langostino en aguas nacionales y se desploma el movimiento de cajones en los muelles, salen a pedir que alguien se haga cargo del lucro cesante. Sin éxito alguno, al menos por ahora.
Es cierto que Comodoro ha reducido su participación en los desembarques pesqueros porque la bonanza de langostino impacta en otros puertos del norte Camarones, Rawson y Madryn. En todo el 2021 recibió descargas por 22 mil toneladas, la mitad del mejor mes de Mar del Plata. Siete veces menos que Madryn y un tercio que los de Rawson.
Hace unos días, luego de otro bloqueo con quema de gomas, el SUPA Comdoro logró que una docena de barcos costeros de Rawson, cuando terminara la zafra de langostino en jurisdicción provincial, salieran a pescar merluza y descargarla en Comodoro para reactivar los brazos de la estiba local.
El acuerdo dejó al descubierto los delgados hilos en los que se sostiene toda la industria pesquera chubutense donde se mueve una ficha y se desacoplan dos o tres al mismo tiempo.
Porque la medida generó un paro del STIA, el gremio de la alimentación pero que en patagonia aglutinan a los obreros del pescado. El gremio creyó ver que en la movida de los costeros a Comodoro se escondía una maniobra para sacar pescado entero de Chubut, algo que las leyes provinciales impiden, y paralizó la actividad en las plantas.
Tomó al langostino de rehén para defender una merluza que casi nadie reprocesa, veamos…
El paro del STIA por el supuesto riesgo que saliera merluza que la industria del reproceso en Comodoro no pudiera satisfacer, afectó a empresas que reprocesan langostino en Rawson y Puerto Madryn, que nada tenían que ver con el conflicto, ni con el STIA, mucho menos con el SUPA.
Es cierto que en verano Comodoro descarga chauchas y palitos. Alcanzan los dedos de una mano para contar los barcos que aportan merluza fresca. Y esta temporada en particular trajo poca abundancia que alargaron los viajes aunque eso no impidió que ingresaran con mitad de bodega completa.
Los estibadores de Comodoro solo quieren descargar cajones sin importar dónde va el pescado, cosa que sí le importa al STIA. “No queremos que salga una escama sin procesar”, avisó Oscar La Palma, el referente del gremio antes de levantarse e irse de la reunión en que se redactó el acta donde la cámara que agrupa a los costeros de Rawson asumió el compromiso de descargar merluza.
Todos saben claramente que en Comodoro no hay capacidad de corte para recibir el aumento de capturas que generará la presencia de más barcos en otoño pescando merluza al norte del Golfo San Jorge como especie objetivo. Porque las plantas de reproceso se cuentan con los dedos de la otra mano y no pueden hacer frente a una demanda de 10 mil kilos por día.
Días atrás se produjeron cuellos de botella con mucho menos de la mitad de ese volumen. Y los buques que vayan desde Rawson ya saben que deben armar con el 80% de los cajones para no atorar tampoco a la descarga y tener que quedar parados más de dos días en puerto. .
En el gremio de la alimentación pretenden que la flota ajuste sus capturas a la capacidad instalada en la provincia. Pero en Rawson y Madryn la industria se ha convertido en mono especie y desde que rebalsa la abundancia de langostino en las plantas de reproceso, nadie, salvo Estrella Patagónica, recibe una merluza en su mesa de trabajo.
Hay riesgos incluso que a alguno de los nuevos afiliados al STIA les muestren una merluza entera y no sepa bien qué es. La merluza en Chubut salió de la mesa de corte corrida por la rentabilidad que regalaba el marisco. Y la reactivación que puede generar en Comodoro parece que pretende limitarla a los estibadores.
No solo no hay capacidad instalada capaz de atender el aumento de la demanda sino tampoco trabajadores capaces de generar un rendimiento mínimo como para que la ecuación sea rentable. Y suplir esta carencia lleva un proceso de trabajo y capacitación que debería iniciarte con la misma rapidez con que activaron el subsidio a los estibadores. Como para hacer todo más sustentable y genuino.
A juzgar por los últimos acontecimientos los estibadores de Comodoro estaban más apurados en recibir el subsidio que los cajones de merluza de la flota amarilla. Salvador Cuenca, referente de la estiba, dijo que el nuevo piquete de esta semana obedeció a que “habían incumplido el compromiso”.
Pero la zafra de langostino todavía no terminó. “La verdad es que hay pocas ganas de seguir trabajando. Ya hay clima de cierre a bordo”, reconocieron algunos voceros de la flota.
Los que pretenden alargarla unos días más aspiran a promover una prospección al sur del 44ºS para ver si encuentran los ejemplares que detectaron al principio de la temporada y que estaban en una talla L4. Al menos tienen que conseguir 7/8 barcos dispuestos a participar.
En zona de pesca, al sur de Rawson, la abundancia volvió a caer luego de algunos días que arrimaron a las 600 cajas diarias y algunos barcos no alcanzaron a completar 200 cajas en el día y decidieron sumarle un día a la marea.
Es imposible que hasta tanto no concluya la zafra, los costeros puedan reactivar el empleo de sus estibadores en Comodoro. Y a falta de merluza, en tiempos de urgencias, las gomas prendidas siempre traen subsidios.
Y más allá de lo que ocurra con la merluza y los celos del STIA, hay otro recurso que entra en juego en Patagonia que puede precipitar tensiones en los próximos meses.
La anchoíta patagónica es una especie subexplotada, como la bonaerense, que desde hace unos años, también en otoño, ha comenzado a ser capturada por la flota costera de Rawson. Pero en este caso Chubut no tiene siquiera una conservera donde el STIA pueda presionar para que ninguna escama viaje por la ruta con destino a las fábricas marplatenses.
Esto ha pasado fundamentalmente en el 2020 cuando la Provincia emitió un decreto de excepción por la pandemia y las conserveras marplatenses pudieron trabajar en baja temporada con un recurso de buena calidad.
El año pasado hubo más anchoita patagónica en las conserveras locales pero la flota siempre tuvo que estar atenta de no pescarla en aguas provinciales sino en nacionales para gambetear el candado de la STIA
También el año pasado Chubut logró que el Consejo Federal Pesquero asignara una captura de 10 mil toneladas de anchoíta patagónica para la provincia. Asoma como un logro para la flota, que le permitirá no descontar del cupo de langostino, más que una apuesta a la diversificación de la actividad.
Por estos días desde Trelew voces oficiales del municipio han reclamado cambios en la Ley Provincial de Pesca; que exista seguridad jurídica para los inversores que deseen radicarse en el parque industrial de la ciudad capital. Según explicaron buscan garantías de un acceso continuo de materia prima.
La empresa marplatense Catesur tiene la idea de poner un pie en Trelev desde hace un par de años. Cuesta pensar que no se han decidido aún porque necesiten una garantía en el acceso a la materia prima cuando cuentan con barcos propios para lograr las capturas.
Chubut tiene lo más importante, variados recursos ictícolas en áreas próximas a sus ciudades puerto como para tener una continuidad laboral los 12 meses sin necesidad de salir a apagar gomas encendidas con subsidios.
Que haya transformado su industria del reproceso en tierra poco menos que langostino dependiente deja al descubierto una carencia de políticas públicas. Si corrieran la luz del marisco y aplicaran incentivos a la generación o al aumento de su capacidad productiva instalada, el STIA y podría hasta tener más afiliados porque se le sumaría valor a especies que hoy son subexplotados
Recursos como la merluza y la anchoíta a los que hoy el STIA les pone candado para que no salgan sin reprocesar de la provincia cuando hay muy pocos trabajadores capaces de tener la llave que lo abra.