Controversia en la pesca de langostino por el pedido para procesar a bordo el 50% de las colas del total capturado

Diario El Chubut – Comodoro Rivadavia

Las medidas actuales de administración de la pesquería fueron establecidas por el Consejo Federal Pesquero a través de la Resolución 7/2018 y perfeccionadas con la Resolución 9/2022. Estas regulaciones apuntan a una explotación racional del recurso, implementando una administración dinámica y adaptativa basada en el monitoreo permanente del comportamiento del langostino (Pleoticus muelleri) y la información científica disponible. El Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) recomendó en tiempo real proceder al cierre, modificación, ampliación o reducción del área autorizada, según el comportamiento de la especie y la incidencia sobre el recurso de merluza común (Merluccius hubbsi).

En Argentina, durante la temporada de langostino, más de 100 buques pesqueros, denominados «Tangoneros Congeladores» o «Factoría», desarrollan la actividad extractiva y productiva en aguas nacionales. Estas embarcaciones operan bajo mareas de duración promedio de 15 días, partiendo de una terminal portuaria y retornando a la misma u otra con sus bodegas llenas de langostino. Las bodegas de estos buques tienen una capacidad de almacenamiento entre 100 y 200 toneladas de esta especie.

En 2022, el Consejo Federal Pesquero decidió actualizar las medidas para perfeccionar la actividad en torno al langostino, promoviendo su sostenibilidad y sustentabilidad. Se maximizó el esquema de campañas de investigación científica de la especie, incrementándolas de una a tres por año de forma obligatoria. También se establecieron parámetros coherentes para efectuar aperturas, cierres y/o suspensiones de subáreas y se estandarizaron las medidas mínimas de los cajones utilizados por los buques pesqueros que operan «al fresco». En cuanto a los buques Tangoneros Congeladores, se definieron criterios sólidos para armonizar la captura y su procesamiento.

La Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de la Nación y la Dirección Nacional de Coordinación y Fiscalización Pesquera llevaron adelante, entre 2020 y 2023, un seguimiento detallado de la actividad mediante diversas herramientas de control y fiscalización como el Sistema Nacional de Inspectores e Inspectoras de Pesca Nación, el Sistema de Posicionamiento Satelital y el Sistema Federal de Información de la Pesca y Acuicultura (SIFIPA). Estas medidas garantizaron la trazabilidad de las capturas y la producción, generando mejoras significativas tanto en la flota congeladora como en la flota fresquera.

En la última reunión de la «Comisión de Seguimiento de la Pesquería de Langostino», celebrada en mayo de este año, el programa de Langostino del INIDEP afirmó que «el estado de sostenibilidad en que se encuentra la pesquería demuestra que el actual sistema de manejo ha resultado exitoso, con lo cual no se recomendaría realizar modificaciones en el mismo».

Sin embargo, la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (CAPECA) y la Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (CAPIP) solicitaron que se autorizara la producción de colas a bordo de hasta un 50% del total capturado para ampliar la producción a otros mercados.

Actualmente, los buques «factoría» pueden procesar un 30% de la captura total de la marea en ejemplares enteros.

Esta propuesta generó controversia y exigencias al Consejo Federal Pesquero para no aprobar la solicitud de las cámaras mencionadas, argumentando que podría tener impactos negativos para toda la cadena de valor pesquera.

De esta manera, la Agrupación Marítima del SOMU exigió al Consejo Federal Pesquero que no hiciera lugar a la solicitud de las cámaras para evitar los efectos adversos mencionados en la cadena de valor de la pesquería de langostino y advirtió:

Aumento del esfuerzo pesquero por unidad extractiva.

Complicaciones de salud para las tripulaciones, especialmente para los marineros de planta.

Incremento del by-catch de merluza común.

Aumento del descarte de langostino y merluza común.

Incremento de la pesca de ejemplares juveniles y su posterior descarte.

Impacto ambiental negativo, considerando que la producción de colas a bordo genera un desperdicio del 50% de los ejemplares procesados.

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