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by Roberto Garrone
Chubut cerró aguas provinciales tras dos días de apertura con tamaños irregulares a chicos. Es una flota cuyo poder de pesca creció al compas de la abundancia del marisco con medidas contrarias a la legislación, pero que ahora para la pelota hasta que aclare. O los bichos crezcan
Gabriel Aguilar estaba lejos de Playa Unión y del puerto de Rawson cuando el viernes a la noche, se enteró de una noticia que no esperaba. Blenda, la coordinadora del INIDEP con el área pesquera de Chubut, le avisó que los resultados de los primeros días de pesca en aguas provinciales no eran buenos.
El Secretario de Pesca miró a sus interlocutores, varios nombres propios de la flota costera que habían llegado a Mar del Plata para participar de la botadura del “Siempre María Elena” y les anticipó lo que se conoció horas más tarde.
“Voy a cerrar… Hay mucho pescado chico, cáscara blanda… mudando… no vale la pena; mejor esperemos un poco”. Palabras más, adjetivos menos, les dijo Aguilar a los armadores que algo imaginaban. Las capturas del primer día de pesca, una vez abierta el área a toda la flota, no habían sido nada buena.
Otra vez había aparecido una alta concentración de L3 y L4. El “pescado de temporada” que había encontrado el “Don Giuliano” pescando más al norte, con mayor preponderancia de L2 y poquito de L1, por sobre los tamaños menores, se había evaporado.
El desconcierto era total ya que la CPU (Captura por Unidad de Esfuerzo) se había ubicado en torno a las 3 toneladas por hora de arrastre. Una cifra que invitaba a la apertura a partir de buena abundancia que no había tenido merluza como pesca acompañante.
Aguilar no hace mucho que lleva como reemplazante de Adrián “Chuchi” Awstin, pero no le tembló el pulso para tomar una decisión antipática pero que muestra que el sentido común no ha dejado de ser el menos común de los sentidos. Cerrar la zona de pesca porque no estaban dadas las condiciones para reiniciar la zafra en aguas provinciales es un gesto inusual.
Fundamentalmente en tiempos que todos quieren pescar langostino todo el tiempo en todos lados: algunos entrando por la puerta de la reformulación legal, otros por la ventana como el José Américo y otros con el artilugio de la eslora de arqueo, los costeros de Rawson aceptan una parada biológica hasta que la cosa mejore.
Claro que muchos barcos que integran la flota vienen estirado los cupos asignados para la especie más allá de lo que señala el Artículo 10 de la Resolución 7 del 2018 (la que parió al José Américo) que refiere un cupo único de captura.
También la renovación de barcos que ha encarado esta flota ha generado mayor seguridad a bordo y un cuidado por las capturas, pero también mayor espacios en bodega, amparados por el Decreto 1109 que reglamentó el esfuerzo pesquero de la ley provincial, donde para otorgar el permiso de pesca, se centra en el manual de carga y no en la bodega.
Obvio que en ese grupo heterogéneo de pescadores costeros hay muchos disconformes con la decisión provincial, que para colmo en estos días parece haber acelerado desde la legislatura con la intención de cobrar el FAP mediante nuevas intimaciones. Para empatar, salió una medida cautelar contra el cobro del Fondo Ambiental Pesquero.
En Chubut. la piedra o la soga pueden llegar de cualquier ámbito público.
Pero en esa anarquía administrativa que parece ser la Provincia, muchas veces legislado en contra incluso de leyes nacionales pero a favor de los administrados chubutenses, desde ya, vale que en tiempos en que se priorizan otros intereses, alguien se haya acordado del actor principal en esta novela de enredos. Sin langostino no hay nada. Y es finito.
Los datos flojos del inicio de la prospección ya habían sido advertidos por ALFA la semana pasada. “Por mucho menos nos han cerrado a nosotros”, revelaban en la Asociación de Armadores Federales Langostineros, donde también miraban de reojo el rol de los observadores provinciales, a su juicio, con sesgo localista.
Los armadores fresqueros marplatenses vienen de recibir un rechazo por parte de la autoridad de aplicación al pedido para poder pescar en una zona en espejo a las aguas provinciales, dentro de la AIER. Habían presentado un documento minucioso para respaldar la solicitud que no fue tenida en cuenta.
Liberman no estuvo ajeno a la decisión de la autoridad de aplicación de Chubut de cerrar hasta que aclare. Aguilar dejó trascender que en 15 días el recurso podría crecer hasta 2 centímetros y estar disponible para ser capturado por las redes de la flota costera y artesanal de Rawson.
“Lo único mágico que pueden esperar es que haya 10 mil o 15 mil toneladas de langostino grande escondido en áreas de fondo malo para el arrastre y se muevan para ser accesibles a las redes”, confió un viejo conocedor de la pesquería.
La promesa de Aguilar pareció más un finta para desairar a los más ansiosos de los pescadores que querían seguir pescando que una certeza científica. Hasta los investigadores del Proyecto Crustáceos del INIDEP han advertido en sus informes que los ejemplares tienen un crecimiento retardado lo que ha llevado a demorar la apertura en aguas nacionales.
El Subsecretario de Pesca mediante un zoom cargado de tensiones llevó un poco de calma ese viernes a la noche en vísperas de la botadura del nuevo barco de Gustavo González en gradas de Contessi. “Podrán hacer las prospecciones que quieran pero así como estamos no puede seguir abierto”, les pidió Liberman.
Si la idea es preservar la gallina de los huevos de oro en que se ha transformado el langostino en los últimos años es vital no ir a contramano de lo que muestra la naturaleza y levantar el pie del acelerador del esfuerzo pesquero.
Nadie tiene la bola de cristal como para saber qué deparará el futuro de la pesquería en aguas provinciales. Puede haber muchos condicionantes que resulta difícil de evaluar y también presión social en función de los miles de puestos de trabajo que dependen del marisco.
Hace rato que el langostino muestra un comportamiento raro y distinto a lo que se conocía. Adoptar medidas de manejo de forma dinámica es la principal herramienta para garantizar cierta sustentabilidad en un universo donde intervienen cientos de factores ambientales.
Dejar de pescar es, en definitiva, tomar una medida precautoria. Que en el mundo langostino, que casi que triplicó su esfuerzo pesquero en cinco años, ya es un paso adelante.