El ocaso del puerto pesquero

Sitio de Internet – Puerto de Palos – Mar del Plata

ROBERTO GARRONE

“Recuperar el puerto para el desarrollo de la ciudad…, que sea preponderante, vital…, un motor de la economía local y regional…”

La terminal marítima aparece por estos días en los discursos de todos los candidatos en carrera electoral sin distinción de partido, frente, coalición o posición en las encuestas, con más o menos autoestima. Pero nadie define con certezas qué coordinadas lo incluyen. ¿De qué puerto hablan?

Del que esta dragado como nunca antes, del que no promueve ni incentiva inversores privadas como las que se necesitan para mejorar la infraestructura que permita mantener el servicio de la naviera MSC.

O del puerto que migra buena parte de la flota operativa para pescar langostino al sur en cada mes de mayo, el de la informalidad en el servicio de estiba,  el que tiene más de 50 barcos que al menos hace un año no sale a pescar, ocupando áreas operativas vitales.

Todos estos elementos forman parte del mismo paisaje portuario que tiene una característica que engloba a todas las demás: la caída en el movimiento vinculado a la actividad. Barcos que ya no están,  cajones que no se descargan, materia prima que no llega a los frigoríficos. En definitiva: en el trabajo que (no) se genera.

Mirar cuadros estadísticos de desembarques pesqueros, sumar cifras, ver la evolución de las descargas por puertos, al sur y al norte del Río Colorado en los últimos años, ofrece algunas respuestas.

Como si fuese una escalera en espejo donde los movimientos de un lado repercuten inversamente proporcional del otro, los espacios que Mar del Plata retrocede en el tablero de la industria, los van ocupando los puertos patagónicos.

El repaso de las cifras oficiales comprende el movimiento de los desembarques pesqueros en el primer semestre. Desde 2014 hasta el de este año, en el que aparece un dato curioso que rompe la hegemonía de nuestro puerto en la participación de las descargas. Por primera vez los desembarques en puerto Mar del Plata fueron menores que la suma de los desembarques en los puertos de Rio Negro, Chubut,  Santa Cruz y Tierra del Fuego.

Y eso que entre enero y junio de 2019 Mar del Plata registró un aumento en las descargas, para hacer más curioso todo. Fueron casi 186 mil toneladas contra 179 mil en el mismo período del año pasado.

Pero en el panorama general, con 405 mil toneladas descargadas en todos los puertos marítimos, Mar del Plata resigna la posición de terminal hegemónica contra los puertos patagónicos que aportaron 220 mil toneladas.

El año 2015 marca el pico de descargas en Mar del Plata. Ese primer semestre el puerto recibió 221 mil toneladas de un total general de 383 mil. Fue el último año de la subdeclaración de merluza por lo que seguramente fueron muchas más toneladas las que se descargaron en los muelles locales. Ese año todos los puertos patagónicos recibieron 135 mil toneladas con Puerto Madryn haciendo punta con 36 mil toneladas.

El 2016 fue el peor año del periodo analizado para el primer semestre. En todos los puertos se descargaron 326 mil toneladas, de las cuales 176 mil se descargaron en Mar del Plata. Los puertos patagónicos, principalmente los de Chubut, Madryn, Comodoro, Rawson y Camarones, de la mano del langostino, comenzaron a tener mayor preponderancia.

En el pico de la superabundancia de langostino del año pasado cuando se declararon desembarcar 252 mil toneladas en todo el año, todos estos puertos tuvieron signos más que positivos.

En ese primer semestre Madryn subió a 46.700 toneladas, lo mismo que Puerto Deseado. La fiebre de la flota cada vez menos artesanal de Rawson subió a más de 34 mil toneladas. Comodoro mantuvo las 11 mil y Camarones, de no figurar en la estadística hasta el 2013, recibió casi 5 mil toneladas.

En este escenario Mar del Plata declaró descargas por 178 mil toneladas de un total de 365 mil en todos los puertos gracias acaparar casi la mitad de las descargas de calamar. Este año hubo menos calamar pero más merluza por las mejores capturas sobre el efectivo sur y también en la zona común de pesca con Uruguay.

El protagonismo de Mar del Plata en el mapa pesquero no conlleva tampoco una relación directa con la generación de mayor trabajo en tierra. Apenas quedan 2700 obreros bajo relación de dependencia en la industria del pescado. Buena parte de las descargas es pescado entero congelado, como calamar, o merluza procesada por las máquinas automáticas de los congeladores.

¿De qué hablamos cuándo hablamos del puerto local?. De las lanchas artesanales que todavía flotan en la banquina chica a la espera de una oferta superadora que las ligue a un proyecto de reformulación para sacarlas del agua para siempre.

¿De la flota que se mantiene operativa y hace lo que puede entre tanta chatarra flotante, de los  barcos costeros que hace años no repiten una buena temporada de corvina, ni de magrú, ni anchoíta, que ya nadie busca porque hay riesgos demasiado riesgosos?.

¿De los fresqueros que buscan en el langostino una rentabilidad que en ocasiones les da la merluza hubbsi. O de los congeladores que no paran de concentrar cuota y casi tienen un movimiento continuo los 12 meses del año?

El puerto marplatense está lejos de los principales recursos pesqueros y  luce una industria en tierra que tiene una gran porción de su capacidad productiva, ociosa. Y no hay ninguna señal que esta situación pueda modificarse en el mediano y corto plazo.

Su futuro, más allá de las buenas intenciones de los discursos en campaña, no parece promisorio. Seguirá siendo pesquero, nadie lo pone en duda. Pero no generará prosperidad desde ese pilar. De hecho hoy la pesca hace mucho que no genera trabajo nuevo.

Pero mientras esa mirada pesquera siga siendo preponderante para redefinir su futuro, sus necesidades y, sobre todo, las variables del negocio no se modifiquen, sufriremos su lenta pero continua agonía.