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by Roberto Garrone
La empresa controlada por Iberconsa despidió a dos obreras la semana pasada. Fueron las últimas de una larga lista más allá que desde la empresa aseguran que con “justa causa” tras haber presentado un certificado de tareas livianas. Trabajadores denuncian explotación y acoso laboral. El cambio de especie producida fresca, de merluza a langostino, generó una sangría colosal que no se detiene.
La Pesquera Giorno, del Grupo Iberconsa, decidió la semana pasada despedir a dos obreras que tenían 16 y 28 años de antigüedad y que eran personal efectivo de la empresa bajo el convenio 161/75. Forman parte de una larga lista de empleados que han quedado desempleados desde que los españoles tomaron el control de la empresa aunque la sangría se había iniciado antes, en tiempos de Alberto Valastro, con el paso del modelo fresquero al congelador.
Además de muchos años en Giorno las trabajadoras tenían algunos problemas físicos producto de años de trabajo y habían presentado el certificado de tareas livianas. María Rosa Bayerque, del área Recursos Humanos les comunicó que no había en planta tareas livianas y les envió el telegrama de despido.
Los despidos fueron rechazados por el resto de las compañeras de Cristina Lara y Yolanda Parra, las dos trabajadoras despedidas y el viernes a la mañana paralizaron la actividad en la cinta de emprolijado de langostino en el frigorífico de calle Ayolas al 3075 donde ambas trabajaban.
“Tengo tendinitis que me hace doler los brazos, el manguito rotador también molesta y me duele el hombro, por repetir movimientos vio… son muchos años de trabajo”, dice Yolanda..
En Giorno aseguran que esa línea de emprolijado la montaron especialmente para darle tareas livianas a las obreras más antiguas y con más dolores. “En parte es cierto, nos dan trabajo, pero tampoco hacen beneficencia porque en otro lado para hacer lo que hacemos les cobran. Acá nos pagan monedas a nosotras”, contó Enoelia Pardo, la Delegada.
En el gremio del pescado masticaron bronca tras los despidos. Aseguraron que les habían pedido a las obreras “muchas veces” que no presenten el certificado de tareas livianas porque le permitía a la empresa despedirlas con causa.
Las trabajadoras tienen otra mirada. “No era la primera vez que presentaban ese certificado y nunca había pasado nada”, aseguran y vislumbran una maniobra de la Jefa de Personal para achicar la nómina.
“Pedí que me reasignen a otro lugar, hacer algo más liviano porque me faltan dos años para jubilarme pero dijeron que no tienen lugar”, contó Yolanda. En la empresa sostienen otra cosa: que les ofrecieron un lugar en la línea de descabezado y que ellas se negaron.
Igual la mesa de descabezado de langostino no parece un lugar para tareas livianas cuando hay que tener dedos ágiles y rápidos. El Anexo Pyme premia la productividad. Más ganas cuánto más kilos se produce.
Yolanda y Cristina no son los primero nombres efectivos bajo el convenio 75 que han sido despedidos de Giorno desde que Iberconsa se hizo cargo del frigorífico y corrió de foco a la merluza de la línea de trabajo y se centró en el reproceso de langostino.
“A mí también me despidieron el año pasado”, denunció Javier Ortiz, un camarista bajo convenio 75 con 20 años de antigüedad, en juicio con la pesquera tras no llegar a un acuerdo indemnizatorio.
Ortiz era uno de los 5 clarkistas que operaba productos congelados en la cámara frigorífica. Le pidieron que deje el autoelevador y se ponga a descabezar langostino, lo que suponía un cambio de categoría y una reducción salarial. “Nos negamos al cambio y nos prohibieron la entrada al frigorífico. Nos consideramos despedidos…. No fue una decisión fácil porque era en medio de la pandemia y después de pasar 20 años ahí adentro”, refiere el camarista.
En el caso de Yolanda y Cristina, Giorno había decidido indemnizarlas al 50%, tomándose del certificado de tareas livianas para hacerlo “con causa”. Con la intervención de dirigentes del SOIP y de las propias compañeras de trabajo que aplicaron la medida de fuerza, lograron que la pesquera abone un 75% de indemnización.
“Será en dos cuotas y por unos meses cobraremos el fondo de desempleo”, cuenta Yolanda que a los 58 años y con 22 como empleada de Giorno no oculta su frustración. “Pase muchas cosas en la empresa, buenos y de los otros, pero siento una angustia… es una sensación fea”, revela la envasadora.
Ahora con un certificado, antes impidiendo el ingreso a la planta a camaristas que pelean por sus derechos laborales, lo cierto es que Giorno va achicando la plantilla de personal efectivo bajo el convenio del 75.
Un proceso que ya había arrancado cuando Alberto Valastro tenía las riendas de la empresa. En el 2018 vendió los tres fresqueros que le quedaban: “Margot”, “Mellino I” y “Mellino VI”, en tanto compró más de 4200 toneladas del cupo del Harengus para alimentar a los congeladores. Para eso la nueva cámara frigorífica de 4 mil metros cuadrados de superficie
Eran casi 80 obreros bajo el convenio 75 entre la planta, el congelado y los fileteros que cortaban merluza. Antes de entregar la llave ya muchos habían pasado por recursos humanos para acordar el arreglo. El operativo retiro incluyó también a muchos que había blanqueado con las pymes. En “Mar Atlántico SA”, “Frigopesca SA” y “Pesquera Argentina SA” agrupó a unos 150, entre peones, envasadoras y camaristas. Los fileteros quedaron bajo el mismo anexo PYME: otros 120 se habían empleado en “Maremil”, “Mar de Luca” e “Industrial Marítima Pesquera”..
En Giorno aseguran tener causas para despedir a las dos envasadoras. Por eso no van a contramano del Decreto 34/19 que firmó oportunamente el presidente, Alberto Fernández cuya vigencia se prorrogó la semana pasada hasta el 31 de mayo próximo. Ese decreto prohíbe efectuar despidos sin justa causa y por las por las causales de falta o disminución de trabajo y fuerza mayor hasta el 31 de mayo. Las obreras insisten en que fueron engañadas pero parece ser tarde para lamentos. Todo es interpretable pero siempre impera la razón de la empresa y al final del cuento los que siempre quedan en la calle son los trabajadores.
Cuando no despide por telegrama como en estos casos recientes, Giorno genera arreglos individuales. El objetivo central es borrar del mapa al convenio 75. Con el desembarco de Iberconsa en el frigorífico esa metodología se acentuó.
Siempre guiado por la mano de Mariano Pérez, el hilo conductor que enmarca el traspaso de la empresa de manos del Grupo Valastro a los capitales españoles controlados por el fondo común de inversión Platinium Equity. Los nuevos dueños de Giorno consolidaron el cambio de modelo iniciado por Valastro. Terminaron de desmantelar la planta en banquina chica que cortaba filet para Supermercados Coto. La merluza siguió llegando congelada desde los barcos factoría. Así se manda a España.
No solo eso hizo Iberconsa. Apostó por el reproceso de langostino fresco. Montaron tres cintas y el obrero que no se quería adaptar al nuevo rumbo, un solo camino: la calle. Muchos aceptaron el cambio, archivaron el cuchillo y ganaron movilidad con las manos descabezando marisco. Muchos más, aceptaron el arreglo forzoso, a patear la calle y escuchar la radio, a la pesca de una changa
Iberconsa fue la primera empresa que acordó con los trabajadores y el SOIP valores de referencia para los sub productos del langostino fresco. Y en ese nicho generó más de cien empleos nuevos bajo el convenio PyME, con altos salarios pero con jornadas laborales que a veces superan las 14 horas diarias.
A los obreros con más antigüedad y el convenio 75 la estrategia parece ser otra. “Apuestan a que te canses, te van sacando ítems, te cambian de lugar de trabajo para perder la categoría y ganar mucho menos”, refiere Ortiz.
Quedan pocas compañeras de Yolanda y Cristina en la línea de emprolijado. Unas 10 ahora tras los despidos, de las cuales algunas están con licencia médica. La mitad estaría en la mira de la empresa para seguir el mismo camino de las dos últimas envasadoras. Una línea recta hasta la calle luego de pasar por Recursos Humanos y aceptar un arreglo forzoso que pocas veces refleja los años de servicio en la empresa