La muerte de Manuel Quiquinte: entre la vulneración de protocolos y negacionismo

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Seguía navegando por necesidad, pero una serie de negligencias a bordo del Xin Shi Ji 89 denunciadas por su familia lo convirtieron en la primera víctima del covid-19 en altamar. El caso es investigado por la Justicia Federal.

Manuel Quiquinte vivía en Mar del Plata, tenía 67 años y navegaba hace unos 40. A pesar de su edad, seguía embarcándose porque quería terminar de construir su casa. Después de un 2020 sin trabajar por la pandemia, prometía a su familia que serían las últimas mareas. Pero quien lo decidió por él fue el covid-19 aunque, además de convertirse en la primera víctima del coronavirus en altamar, su caso despertó fuertes acusaciones por incumplimiento de los protocolos e incluso por el negacionismo de quienes deben garantizarlos. Su familia busca respuestas y sostiene que, si se hubieran cumplido con las medidas preventivas, se podría haber evitado que el conductor superior de máquinas falleciera el 6 de mayo frente a la costa de Río Gallegos, a bordo del Xin Shi Ji 89.

Tres de los hijos de Manuel, Andrea, Víctor y Marta, pudieron viajar a Río Gallegos con ayuda del Sindicato de Conductores Navales al que estaba afiliado su papá para seguir de cerca la causa iniciada tras la muerte, en el Juzgado Federal N°1 a cargo de Claudio Marcelo Vázquez. Con dolor y bronca, piden justicia, buscan que lo que ocurrió no quede “en la nada” y apuntan tanto contra la empresa por la falta de testeos como también contra el capitán de la nave por la falta de asistencia: “No se dignó a avisar a Prefectura”, manifestaron.

A la espera de que reciban el alta los tripulantes -actualmente aislados en Puerto Deseado- y puedan ser llamados a declarar, la muerte de Quiquinte parece entonces tener dos puntos claves: por un lado, conocer cómo ingresó el virus al barco y la potencial responsabilidad de la empresa en el cumplimiento de los protocolos, como también la potencial responsabilidad del capitán, quien además de no avisar de los casos sospechosos a bordo de la nave, es apuntado por negar la existencia del covid-19.

¿CÓMO INGRESÓ EL COVID-19 AL XIN SHI JI 89?

El Xin Shi Ji, perteneciente a la empresa Fénix International S.A, se encontraba pescando en el sur tras haber zarpado del Puerto de Mar del Plata por última vez el 13 de abril. Según pudo reconstruir la familia, tras haber llegado el 12, toda la tripulación descendió, quedó liberada y al otro día volvieron a embarcarse, pero solo cinco relevos fueron testeados.

Según explicaron fuentes sindicales, en el Puerto de Mar del Plata, el protocolo para los poteros -buques especializados en la pesca de calamar- indica que antes de zarpar por primera vez todos los tripulantes son testeados y después se repite el procedimiento con los relevos que suban o todo aquel que haya descendido del buque. Incluso, cada uno de los movimientos de las tripulaciones quedarían registrados por las cámaras del Consorcio Portuario.

Al respecto, Andrea -una de las hijas de Manuel- pudo saber que si bien regresaron a tierra en más de una oportunidad, solo testearon a la tripulación “original” el 6 de enero. “Ellos hicieron cuatro mareas. En la primera marea a ellos les hicieron un testeo y después de eso bajaron tres veces. Pero en las demás no les volvieron a hacer ningún tipo de testeo al subir según nos contaron sus compañeros. Ellos ya veían que esto podía pasar”, señaló en diálogo con Qué digital.

Con respecto al inicio de la última marea, advirtió que “la última vez que ellos bajaron fue el 12 de abril en Mar del Plata y después volvieron a subir el día 13. Estuvieron todo un día en sus casas o donde quisieron y no les tomaron ningún tipo de testeo” y, según pudo reconstruir, ya al segundo día de embarque hubo tripulantes que habrían empezado a tener síntomas.

¿QUÉ PASÓ EN EL BUQUE?

La familia sostiene que 20 días antes de que falleciera Manuel ya había en el buque casos sospechosos de coronavirus. Incluso, frente a ello afirman que el capitán del barco relativizó la presencia de posibles contagiados con expresiones negacionistas, las cuales quedaron plasmadas en un audio grabado por uno de los tripulantes.

Uno de los tripulantes fue a pedirle paracetamol al capitán y, también, a indicarle su preocupación por la aparición de síntomas compatibles: “Le comento, por las dudas, que yo no siento olor; le comento para que esté al tanto”, le expresó el tripulante según se oye en la conversación grabada.

Ante ello, el capitán contestó: “Te digo, no existe eso eh. Si tiene alguna duda cuando baja a puerto va y hace la denuncia o el comentario en Prefectura. Lo que hay ahora es gripe. Es una semana. Todo el mundo tiene esta gripe. Por supuesto, cuando uno tiene gripe (…) usted pierde determinadas cosas, entre ellas el gusto. Y el olfato también. Así que es muy común eso. Son siete días. Lo que pasa es que lo agarra uno, lo agarra el otro, y lamentablemente lo hemos pescado por no cuidarse o por estar en un ambiente con frío polar”.

Andrea, con indignación, se refirió a lo sucedido a bordo, con su papá, con el resto de la tripulación, y con el capitán: “Mi papá venía con síntomas hacía ya una semana. El barco nunca volvió a puerto ni dieron aviso a Prefectura. Prefectura tuvo aviso recién cuando él falleció. Hacía 20 días que había ya tripulantes con síntomas pero el capitán minimizaba todo diciendo que era una simple gripe”, lamentó.

Andrea cuenta que a Manuel, ya fallecido, le hicieron el testeo estando su cuerpo aún a bordo y dio positivo. Junto a él, otros cinco tripulantes fueron testeados y también dieron positivo. Por lo que el resto de la tripulación fue considerada contacto estrecho y, tras desembarcar el cuerpo de Manuel en Punta Quilla (Santa Cruz), el resto continuó viaje hacia el centro de aislamiento de Puerto Deseado, a unos 400 kilómetros.

“Por eso es que no pudieron tomar declaración a los demás tripulantes, tuvieron que implementar el protocolo y no pudieron implementar otras medidas”, lamentó Andrea con relación a la causa por averiguación de causales de muerte iniciada en la Justicia Federal de Río Gallegos.

“Pedimos justicia. Porque gracias al capitán mi papá no pudo tener asistencia médica. Mi papá falleció porque el capitán no se dignó a avisar a Prefectura. Si mi papá hubiese tenido asistencia médica esto capaz no hubiera pasado. Y esto podría haber sido mucho peor, hay muchas familias ahí”, concluyó una de las hijas de Manuel Quiquinte, la primera víctima del coronavirus en altamar y que, esperan, sea la última.