Trabajo en la pesca y decisiones políticas que brillan por su ausencia

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Por: Roberto Garrone 

El trabajo en la industria pesquera marplatense, la disparidad de modelos que conviven en ella, en blanco bajo convenio, asociados a cooperativas de trabajo, precarizados en plantas clandestinas, empresas que tienen ambas categorías, es un tema que cada tanto brota en la agenda sin que hasta ahora nadie pueda resolver las asimetrías y problemas que genera, no solo para los trabajadores vulnerados.

En los últimos días se han repetido distintos hechos en plantas de reproceso de pescado fresco que advierten la necesidad de encauzar la situación, lo difícil que resulta para quien intenta hacer las cosas bien y ajustarse a la normativa vigente y los riesgos que todo pase pronto a un segundo plano cuando se reanude la provisión de merluza fresca,

Nicolás Mineo, después de 10 años de tener a sus obreros en negro, decidió darles el alta temprana ante AFIP el mes pasado. No fue una decisión propia. Lo empujó una inspección de sabuesos que le cayó en la planta de Juramento casi Vertiz.

Hasta ahí todo bien. Lo malo llegó cuando los 18 fileteros comprobaron que sus salarios en blanco se habían reducido un 30%. El kilo de merluza ya no lo cobraban a 36 mangos directo al bolsillo, sino que por recibo se pagaba a 22. Mineo les explicó que con la diferencia se pagan cargas sociales y provisionales.

Después de muchas charlas, algunas candentes, despidos y reincorporaciones, acordó un plus por productividad que eleva un poco el precio y todos volvieron a la mesa de corte en un momento en que precisamente la merluza no abunda, con barcos todavía pescando langostino en el sur y otros que cambiaron merluza por magrú.

Trabajo en la pesca y decisiones políticas que brillan por su ausencia

Las otras postales de protestas laborales son más recientes. Trabajadores reclamando en las puertas de Sur Trade, sobre Edison y en Muzzio Hnos, ex planta MIA, en Bermejo. Epicentros del piquete como dadores de materia prima a otras plantas/cooperativas que por distintas causas cerraron y dejaron a los obreros en la calle.

La vinculación de Sur Trade con la cooperativa “Costa Galana” parece más estable que la de los hermanos Muzzio con “Alvarado”. Hasta febrero Sur Trade entregaba de manera periódica merluza y luego dejó de hacerlo, según contaron los trabajadores. Por eso reclaman una indemnización.

Daniel Safe está detrás de la cooperativa. Antes probó con la registración bajo la firma “Garipesca” y “GSA Pesquera”. La AFIP les dio de baja por retener los aportes de los trabajadores y no pagarlos.

En Muzzio, desde el frigorífico aseguran que fueron apenas 4 veces que le entregaron merluza en el mes de mayo, porque todavía la cooperativa que corta su pescado tenía trabajadores afectados por la pandemia.

Según la empresa, “Alvarado” era una cooperativa legalmente constituida que hasta les emitió una factura por el servicio prestado, el cual fue abonado. Decidieron hacer el corte del pescado ahí justamente porque quedaba registro de la operación.

Por qué reclaman los fileteros de “Alvarado” en Bermejo. Porque la cooperativa fue desalojada de la planta procesadora “El Sauce”, donde funcionaba, por falta de pago. Si no es una indemnización por esos 4 días que les dio trabajo, acompañados por el sindicato, los obreros también reclamaron ser incorporados por la empresa.

Cuesta pensar que una cooperativa legalmente constituida y con capacidad de facturar no pueda pagar el alquiler de la planta donde funcionaban. Angel De Souza, su presidente, asegura que fue estafado por una asociada. En el SOIP aseguran que es una pantalla para precarizar obreros.

No hay posibilidades que este berenjenal se ordene un poco y la pesca pueda generar más trabajo si quien manda a cortar pescado a una empresa habilitada, lo paga y recibe la consiguiente factura, luego corre riesgos de ser bloqueada para que indemnice o incorpore a los trabajadores que cortaron ese pescado. Eso pasa hoy en el caso de Muzzio.

La AFIP y el SOIP han emprendido una cruzada silenciosa para avanzar en un proceso de registración en el sector y el primer caso testigo puede ser el de Mineo, donde el propio empresario reconoció que estaban en negro.

Pero entre el negro de Mineo y el blanco de Ardapez o de El Marisco bajo convenio 75, hay una enorme gama de grises que nunca las autoridades se animaron a discernir hasta qué tono es legal y dónde comienza la precarización.

Porque están los trabajadores registrados bajo el anexo Pyme, está la cooperativa La Nueva Arhehpez, manejada exclusivamente por trabajadores, están las cooperativas como “Alvarado” que pueden emitir facturas pero no pagar el alquiler. Y están los nombres de fantasía como “Costa Galana” que son una fábrica de negrear trabajadores. Todas conviven para dos mercados: mercado interno y exportación. Y la diferencia de costos entre unas y otras son abismales.

Se entiende el reclamo del gremio frente a una planta clandestina y la protesta en quien le da el pescado para cortar. Acá también hay un submundo de situaciones… Armadores que tratan de vender a empresas en blanco pero que cuando no hay demanda, antes que el pescado se pudra se lo venden al primero que llama.

También hay barcos que vienen con algunos kilos de más en los cajones que no figuran en los partes de pesca y se canalizan por ese mercado negro para seguir sin dejar rastros. Y esta la propina de los marineros que también contribuye a la informalidad.

Pero no ayuda que el sindicato mande una nota al Ministerio de Trabajo reclamando que Muzzio dejó de mandar pescado a “Alvarado” cuando lo hizo solo 4 días, de manera ocasional, porque su personal estaba reducido en plena segunda ola de pandemia. En realidad tampoco es su personal, son socios de la cooperativa “Sol” los que trabajan en Bermejo.

Creo que estas conductas desalientan cualquier posibilidad de generar empleo. Tal vez no con el pescado fresco, pero sí con el langostino Mar del Plata tiene una enorme oportunidad para dar un salto en materia de reproceso.

Es toda una señal que el SOIP no haya podido acordar con las cámaras empresarias, CaIPA y CAFREXPORT, los valores de referencia para el descabezado, pelado y devenado de langostino cuando es la única especie que genera mayor movimiento en las calles del puerto.

El convenio 175 contempla la temporalidad y la eventualidad de las tareas en la industria, a tono con la presencia del marisco en las fábricas de la industria local. Ese es el camino a recorrer para darle a las empresas y los trabajadores un marco de contención. Y respetarlo. No pedir la registración efectiva luego de terminar la temporada.