Los contrastes a la sombra del oro rojo

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Por: Roberto Garrone

El mismo día que desde el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca se divulgaba un crecimiento record e histórico en el sector de la pesca y la industria se mostraba como el más pujante de toda la actividad industrial, ese mismo día, en Mar del Plata una treintena de trabajadores quedaba en la calle tras comprobar que el saladero donde habían desempeñado funciones durante casi 10 años no reabriría tras vender la propiedad donde estaba instalado.

El informe oficial estuvo plagado de imprecisiones. Primero refería que el 251% de incremento en la comparación interanual corría al mes de octubre pero no sumaba ninguna cifra más como exportaciones o desembarques, dos datos duros de mucha utilidad ver la evolución de la actividad.

En la Subsecretaría de Pesca pueden ser ciegos, contemplativos, distraídos, etc, etc, pero la clarividencia todavía no está entre sus atributos. Al rato llegó la aclaración: “Es al mes de julio”, aunque seguían sin aparecer los números que respalden tal cifra. “No, es un acumulativo de lo que creció la pesca durante lo que va del 2021”, aportó otra fuente. Inserte aquí querido lector la carita de emoji con ojos desorbitados.

La pesca crece, de eso no hay dudas. Todo el humo con los números de tres cifras que dibujan en el INDEC y propala la Subsecretaría forman parte de esta carrera oficial por intentar dar buenas noticias de acá al 14 de noviembre. Un ritmo vertiginoso que así y todo no supera la velocidad con la que imprimen horneros de mil pesos para comprar votos.

Veamos los números oficiales de exportaciones. Entre enero y agosto la industria pesquera vendió 324.6474 toneladas por las que generó 1,294 millones de dólares. En los primeros ocho meses del 2020 fueron 336.334 toneladas exportadas por las que ingresaron 1,106 millones de dólares.

Estas cifras se explican en un par de trazos gruesos. El año pasado hubo más volumen por la abundancia de calamar y menos divisas porque los buques tangoneros congeladores arrancaron tarde la zafra tras aplicar un lock out con el SOMU.

De los casi 1300 millones de dólares que aportó la pesca este año hasta agosto, 731 corresponden a la comercialización de langostino que con toda la flota operativa llevó para arriba desembarques y exportaciones. Para esta altura en el 2020 el marisco había generado solo 403 millones de dólares.

Vaya uno a saber dónde está el 251% de crecimiento del que se vanagloria el gobierno. Eso sí, no hay que pedirles ayuda a los 35 obreros de Anchomar. Ellos buscan otra cosa más urgente que los fundamentos del INDEC.

AL cierre de esta columna trataban, sin éxito, de encontrar a Damián Seaone o a su esposa, Alejandra, los industriales (?) detrás del saladero de anchoas. Ubicarlos se ha tornado un objetivo prioritario. La pesca crece y el lado A de la moneda hace millonarios a unos pocos, genera empleo y paga buenos sueldos a miles, y reactiva la industria naval

El lado B se ilumina con las luces de la alarma que dispara el crecimiento del esfuerzo pesquero sobre el langostino y también deja ver estas historias de precarización laboral extrema y la indiferencia doble de organismos del Estado.

No solo nadie intervino en todos estos años en que Anchomar funcionó como un establecimiento que produjo alimento para consumo humano, sino que ahora que los empresarios se borraron tampoco asisten a los obreros que quedaron en la calle.

Imaginen a 35 bancarios en la calle…. A 35 camioneros sin trabajo…. A 35 colectiveros…. Las protestas de sus sindicatos visibilizarían el conflicto y, reflejado en los medios, generarían una pronta respuesta oficial. Al menos lo intentarían.

La última vez que el SOIP marchó por Avenida Luro fue en enero del 2019 y no para denunciar la precarización de miles de trabajadores sino en una marcha convocada por camioneros por un tarifazo.

La última vez que los obreros del saladero trabajaron fue en la previa de Semana Santa. En este tiempo esperaron, sin cobrar, aseguran, que Seaone les dijera dónde se iban a mudar para reanuda el trabajo.

Esta semana comprobaron que no había mudanza y mucho menos trabajo. Cuando fueron a pedir explicaciones a la casa de los empresarios, no los encontraron. En silencio, con apenas un puñado de carteles tan coloridos como indiferentes para las autoridades.

En la pesca se perdieron casi 70 puestos de trabajo en los últimos 40 días y nadie salió a cortar ni un camino interno de la Plaza Italia. Se han perdido miles en los últimos años y tampoco. En el SOIP aseguran que si reclaman es peor, porque el hilo siempre se corta por lo más delgado y serían muchos más los desempleados.

La Subsecretaría de Pesca intervino en el bloqueo a Sur Trade porque la quema de gomas se coló en Infobae. El silencio y la paciencia de las mujeres de Anchomar no se reflejan en casi ningún lado.

Las obreras de Anchomar no reclamaron en estos meses por temor a perder su fuente de trabajo. Que tampoco regala regularidad durante todo el año. Precarizadas y temerosas de perder lo poco que tienen. Esto también es la industria pesquera marplatense. Sus miserias se advierten apenas se corre el reflector que ilumina el oro rojo y dibuja cifras oficiales