Quién se queda con la mayor porción del plato

Sitio de Internet – Puerto de Palos – Mar del Plata

ROBERTO GARRONE

A una semana del inicio de la zafra de langostino en aguas nacionales y mientras hay barcos fresqueros que completan bodega en un día y frigoríficos que ya pagan 1,80 por kilo, la flota tangonera congeladora mira los primeros capítulos de la temporada desde afuera.

El conflicto que mantiene el sector con el SOMU en un intento de lograr una reducción de sus costos laborales los mantiene atados al muelle y la parálisis afecta a casi 3 mil trabajadores marítimos. Costos vinculados a una productividad a bordo que se abona a precio dólar.

Se trata de la flota más importante que tiene la pesquería. En los últimos tres años mantuvo desembarques declarados estables por encima de las 100 mil toneladas, que respaldaron el crecimiento en las exportaciones de la pesca, al punto que en el 2018 superaron por primera vez los 2 mil millones de dólares. Un tercio de esas divisas las generó esta flota que dos años después quiere pesificar todo el recibo de sueldo

Más allá que en un principio la puja se generó con los barcos adheridos a CAPIP y CAPeCa, las cámaras patagónicas que agrupan a la mayoría de la flota, la posición encolumnó a los apellidos ilustres de Mar del Plata. Ayer Moscuzza, Solimeno y lo que queda de Valastro, renovaron compromisos de no salir a pescar.

Nadie tiene problemas en actualizar los básicos en pesos y equipararlos con los 24 mil pesos que rubricó CAPA en el verano, pero se niegan a salir a pescar con la producción dolarizada a este nuevo valor tras la devaluación que brotó post PASO. La puja es por la productividad que genera salarios muy importantes, tal vez los más altos de industria nacional.

En la medida que se dilata una solución -desde la patronal son frecuentes los mensajes directos vía whatsapp a sus tripulantes para hacerlos entender que los costos no dan con un valor de referencia del langostino más grande, de talla L1, por debajo de los 5 mil dólares la tonelada- aumentan las presiones desde uno y otro lado.

Desde la patronal han recortado la quita pretendida pero en el gremio se mantienen igual de firmes. Avisaron que no retrocederán ni medio tranco. Los armadores apuestan a la necesidad de muchos marineros que hace más de un semestre que no navegan, de resignar parte de sus ingresos en pos de garantizarse trabajo por los próximos cuatro meses. En ese terreno crece el viejo refrán “Más vale pájaro en mano que a cien volando”.

La zarpada el martes por la tarde del Marsur, un tangonero congelador no adherido a las cámaras en conflicto, fue tomado como una pequeña victoria en el SOMU, donde sus dirigentes reiteran la improcedencia de la petición patronal y exponen una historia reciente de acuerdos desventajosos que les impide seguir retrocediendo. “Salir en estas condiciones implica regalar el trabajo”, dicen en el gremio.

Mientras zarpaba el Marsur, Juan Navarro, secretario de Pesca del SOMU, advertía aprietes y amenazas de empresas ante Prefectura en el Edificio Guardacostas para impedir la salida del barco. El dirigente también reparó en contactos de referentes políticos para persuadirlo a que las tripulaciones acepten una reducción del salario. “No voy a dar nombres porque tengo códigos. Pero también tengo memoria”, sentenció el dirigente.

Lamentablemente esa vieja metodología no es una moneda exclusiva que sufre el gremio. Del otro lado también denuncian amenazas y aprietes. Damián Santos, el presidente de CAPIP, tiene custodia policial en su domicilio de Puerto Madryn y ha recibido amenazas. Lo mismo aducen tripulantes de algunos barcos que se han mostrado dispuestos a salir a pescar y ganar unos pesos más que el año pasado.

Ese es el punto… pesos. Las mareas 2019 se liquidaron en promedio a un dólar cerca de los 50 pesos y hoy ronda los 70. En realidad el convenio del SOMU con los tangoneros congeladores, el dólar no vale un dolar sino 0,78 centavos de dolar.

Claro que también el convenio marca un valor de referencia del L1 de 5800 dólares, cuando hoy el precio de exportación que aparece en la estadística oficial es de 4900 dólares, apenas un 10% encima del valor que se liquida a la marinería.

Por eso la patronal pretende reducir ese valor de referencia a los 3500 dólares, lo que hoy paga por la cola de langostino sana. Un subproducto que tiene cada vez más salida y se exporta por encima de los 7000 dólares la tonelada.

La zarpada del Marsur también tiene una incógnita…. Habrá que ver luego de qué manera liquida los salarios el armador. No será la primera ni última vez que se utiliza un barco para romper, o intentar romper un conflicto y luego los mismos gremios que promueven la salida no están para acompañar a los tripulantes que reclaman pagos retrasados.

Las empresas armadoras han gozado de la sobreabundancia del langostino en los últimos años, con precios que si bien abandonaron los picos de los 12 dólares el kilo allá a mediados de la primera década del nuevo siglo, tampoco se acercaron a este piso por debajo de los 5 que exhibe hoy el negocio.

Y en el convenio colectivo los valores de referencia no acompañaron el aumento de valor; siempre fueron los mismos y las ganancias colosales no se repartieron como se pretende ahora distribuir las pérdidas.

Es complicado saber con exactitud cuál es el precio de venta como para determinar que el costo no da, que pierden plata pescando como dicen las empresas. Porque se compran y venden ellos mismos. Iberconsa, Argenova, Conarpesa, Pescapuerta, Arbumasa, Estrella Patagónica, la pantalla de Pereira para poder pescar en Malvinas con impunidad…. Lo mismo por estas playas con los ilustres… empresas mixtas que descargan en Vigo.

Y hay un antecedente que no ayuda a la patronal en su intento por pesificar la pesquería y olvidarse del precio del dólar. Hace casi 20 años hubo un problema parecido al de ahora, de precios bajos y caída de la demanda internacional. Las cámaras lograron una reducción del valor del dolar que pasó a valer 0,60 centavos.

La vigencia de ese nuevo esquema supuestamente fue circunstancial hasta que pasara la tormenta. La tormenta se fue pero recién en el 2007 dice el gremio que pudo recomponer, en parte, ese paso atrás, con estos 0,78 centavos.

Y en estos años la pesquería mostró niveles desorbitantes de abundancia, el langostino pasó de ser un recurso exclusivo del Golfo San Jorge, capturado por empresas gallegas, para transformarse en el sostén de la pesca nacional. Y ese valor no se tocó.

El oro rojo generó oportunidades para la flota fresquera marplatense y le permitió romper la dependencia de la merluza hubbsi, que creó miles de puestos de trabajo en tierra en puertos patagónicos, reactivó las construcciones de barcos costeros en gradas nacionales y sobre todo la industria naval en Vigo con barcos de más de 40 metros, digamos todo. En este tiempo de bonanza nunca hubo tiempo para equiparar los valores de principios de siglo.

La prolongación del conflicto no deja de ser una síntesis del desinterés que tiene la actividad pesquera para las autoridades. En medio de una pandemia, con la pesca declarada actividad esencial, genera una sensación amarga como el país se da el lujo de no generar dólares, en tiempos que los necesita como el aire para respirar, con este vital circuito productivo parado.

Esta visto que la relación entre el sindicato con la patronal está rota desde hace muchos días. A esta altura es necesaria la intervención directa, no solapada de políticos, asesores ni lobbystas para encauzar una novela que parece no tener final.

Es hora de que alguien asuma responsabilidades y tienda puentes con intermediarios que renuevan el diálogo, acerquen posiciones y hagan posible un acuerdo que, más allá de las posturas públicas, ambas partes necesitan.

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