Sitio de Internet – Puerto de Palos – Mar del Plata
by Roberto Garrone
Por zoom referentes de cámaras armatoriales y sindicatos portuarios discuten la necesaria actualización del protocolo sanitario en la pesca mientras se suman barcos que deben regresar a puerto por sintomáticos, reales y ficticios, Sin hisopado obligatorio, que tampoco garantiza inmunidad, en un contexto de incremento de contagios, completar una marea es casi fruto del azar.
Con Jorge Frías especulando más con el momento más conveniente para desembarcar en la política, su gran anhelo, antes que capacitar a sus afiliados para que, al menos, avisen a Prefectura cuando llegan a puerto con un tripulante con síntomas compatibles al coronavirus, referentes sindicales y cámaras empresarias siguen dándole forma a la actualización del protocolo sanitario.
A esta altura y más allá que en Mar del Plata proliferan los casos y en los primeros 11 días de septiembre se habían superado los acumulados en los 31 días de agosto, la idea de los gremios marítimos de hisopar a todos los tripulantes antes de zarpar y esperar aislados los resultados no aparecerá dentro del nuevo anexo que planean adosarle al protocolo
“No viven en una burbuja; cuando se bajan de la marea vuelven a sus casas y no hay manera de tener control”, razonaba un dirigente armatorial que participa de las reuniones virtuales. “No sé cómo le vamos a buscar la vuelta porque esta en todos lados”, reconoce.
El hisopado “altamente recomendable” que firmaron al inicio de la pandemia para destrabar la medida de fuerza en la segunda quincena de marzo sirvió para ese momento de bajo nivel de contagios. Pero seis meses después no hisopa ni siquiera Solimeno en el Virgen María, Leandro Cicollela en el Mellino VI o Pascual Baldino en el San Jorge Martir.
Barcos de 20 o más tripulantes que en muchos casos han tenido que regresar porque alguno de ellos presentó síntomas. Salvo el Madre Margarita, que apenas completó 370 cajones de merluza tras dos días de pesca, el resto tuvieron la fortuna de llegar completos. Suerte, síntomas leves o presión de las empresas en regresar una vez llena la bodega.
El caso del fresquero de Pascual Baldino expone la irresponsabilidad de los trabajadores. En realidad del capitán, Carlos Salas, que omitió la novedad del marinero con fiebre. Pero también de la empresa. Baldino no le avisó a Riomar, la cooperativa de la descarga, que habían llegado con un trabajador sintomático. Por suerte no hubo nadie de los estibadores contagiados.
En una de las últimas reuniones los gremios exigieron un rol más activo de parte de Prefectura en casos como el San Jorge Martir. Primero no intervino porque la autoridad sanitaria es el Consorcio. Cuando desde la oficina de Felizia le mandaron la nota informando del caso, todavía no movieron ninguna ficha.
El caso inverso ocurrió en el Tifón, donde hubo un par de tripulantes que advirtieron síntomas y el barco fue esperado con todo el protocolo dispuesto por el Consorcio Portuario pero luego de hacerles los 10 hisopados, ninguno fue positivo. Otra suerte, pero que dejó en evidencia hasta qué punto no hay sobreactuaciones a bordo para regresar antes de pescar.
Será por eso que Solimeno sólo hisopó al marinero del Virgen María con algunas líneas de fiebre. El resto de los 19 tripulantes quedaron aislados por contactos estrechos pero sin saber si portaban o no la enfermedad y Tony se ahorró más de 50 mil pesos. Un distinto. Los gremios piden en ese caso que intervenga la ART y liquide en promedio de las últimas mareas.
Tachada la chance del hisopado obligatorio los sindicatos plantearon extender los cambios de tripulación pero acá también hay diferencias. Una cosa es cumplir dos o tres mareas en un arrastrero o tangonero congelador, como muchos trabajadores ya han hecho en esta temporada inusual, pero otra es hacerlo en barcos más chicos, fresqueros o costeros que van a magrú o a anchoíta como zarpó el martes pasado el Steffani.
“Con lo que hay no alcanza. Pensamos en que los compañeros puedan recibir un plus salarial si el barco sale y tiene que volver por un compañero con síntomas”, remarcó Daniel Flores. El Secretario General del SICONARA camina el muelle y palpa como se han ido flexibilizando los controles.
El temor de los actores portuarios es que no asoma ninguna autoridad de aplicación capaz de ir asesorando los planteos que formulan los sindicatos. Allá lejos quedaron las exigencias que los protocolos los firmaran responsables del área de salud. Ahora son sugerencias de los propios protagonistas a caballito del sentido común.
En la estiba también hay quejas. No sólo porque cayó el trabajo en estos meses sino que más allá de los protocolos, aseguran que el Consorcio no tiene gente para controlar el cumplimiento en los muelles.
La semana pasada se lo dijeron al propio Gabriel Felizia en una reunión que mantuvieron por la eliminación de beneficios en el pago del canon portuario a la flota potera durante el período de inactividad
“Van a pagar menos, 20 mil pesos por mes cuando antes pagaban el doble. Se encarece al cuarto mes de estar inactivos”, aseguran en el Consocio sobre el ejemplo de un barco de 60 metros. “Los que no tienen puerto operativo en Mar del Plata abonarán mucho más y son los que vienen a generar trabajo”, dicen en las empresas de estiba.
Hasta ahora las empresas armadoras de barcos poteros no se han quejado. Habrá que ver qué pasa si la zafra 2021 vuelve a la normalidad de terminarse antes del primer semestre.
Los armadores de barcos más chicos no quieren llevar a la tripulación a un hotel por una cuestión de costos y tampoco quieren dejarlos a bordo hasta volver a zarpar. Así la cosa en Mar del Plata, armar un barco, ponerle combustible, víveres, hacer cajones, subir la tripulación, zarpar a zona de pesca y no regresar antes por posible contagio, será algo parecido a una lotería.
Habrá que ver, si los casos aumentan, cuántos están dispuestos a seguir jugando y malgastando tiempo y dinero: propio y de los trabajadores.
La crisis de la corvina, con países africanos dejando de comprar ante la falta de divisas que les genera el petróleo, o queriendo comprar a la brasiileña, muy por debajo de los costos de producción ha paralizado las ventas que ya arrastraban una merma en el primer semestre, pero un 10%, dentro de cierta lógica de retracción que marca la pandemia.
En las últimas semanas los teléfonos de los frigoríficos dejaron de sonar, lo que obligó a parar las compras de la flota. Algunos armadores costeros se debaten en ir a buscar corvina a 10 horas del puerto, con menor costo de combustible, resignando un poco el precio, pero sin certezas de que van a levantarle el pescado. Con pocos jugadores pero lotería al fin.