La muralla china

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Roberto Garrone

El país asiático compra el 20% de lo que exporta la pesca nacional pero en los últimos meses mermó en sus pedidos y elevó barreras sanitarias. En diciembre del 2020 apenas compró un 10% de lo que había comprado en el mismo mes del 2019.  No asoma otro destino capaz de reemplazarlo.

En diciembre del 2019 China importó 6 mil toneladas de productos de la industria pesquera Argentina por 34,6 millones de dólares. Un año después, en diciembre pasado, China compró apenas el 10% de aquella cifra. Fueron 624 toneladas por apenas 2,8 millones de dólares.

Las cifras reflejan de manera tangible el freno que aplica el país asiático a las compras pesqueras argentinas y el riesgo latente que representa la continuidad de esta política para el futuro del negocio.

A pesar de este desplome colosal de las ventas en el último mes del año, China en el 2020 se mantuvo como el destino principal de las exportaciones pesqueras argentinas. Claro que fue menos volumen, 107 mil contra 104 mil toneladas y que generó mucho menos divisas. Fueron 427 millones de dólares en el 2019 y 346 millones en el 2020.

Hoy lo que sucede con China, y lo que puede suceder a medida que transite el 2021 es la principal preocupación en el sector. Muy por encima del futuro de la zafra de langostino y la grieta abierta entre las empresas del Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA) y la marinería en Mar del Plata por la liquidación de la última temporada de langostino con otro convenio, que abre interrogantes sobre la participación de la flota congeladora tangonera cuando se abra el langostino del norte.

Porque al freno de las compras que evidencia la estadística oficial, China sumó nuevos obstáculos al flujo comercial. Los problemas y demoras en los puertos y nuevos requisitos sanitarios se constituyeron en una verdadera barrera al punto que en la actualidad todo el que puede no vender a China lo hace. Incluso las propias empresas chinas radicadas en Argentina piensan en otros destinos.

Y no es un problema que afecta a los exportadores de un determinado recurso. Juan Redini, el presidente de CAPA, que agrupa a los armadores poteros nacionales, había dicho semanas atrás en “Desde el Muelle” que China pedía un contrato firmado en que el exportador se hacía responsable en caso que la carga fuera retenida por habérsele detectado covid.

“Te lo devuelven y vos tenés que devolverle el dinero”, dijo Redini. “Además lo dejan 30 días en el puerto donde entró el contenedor porque no dan abasto con los controles”, amplió el dirigente.

Los armadores poteros temen que, ante una baja de precios como está sucediendo ahora, el que compró en febrero a un precio mayor, denuncie la carga contaminada para recuperar la inversión y volver a comprar más barato.

China ya ha “detectado” covid el año pasado en cajas de corvina congelada. China suspendió temporalmente por una semana al frigorífico marplatense que envió el pescado. El mes pasado fue auditado por zoom y desde este mes obliga a testear a todo el personal de los frigoríficos que exportan a China, con una frecuencia no superior a los 30 días .

Jamás el organismo sanitario chino envió una prueba de la detección del virus ni hubo contraprueba. China ahora exige que se aplique un protocolo de desinfección e hisopados en los envases que contienen la materia prima.

El año pasado China compró 75.686 toneladas de las 148 mil toneladas de calamar que exportó Argentina. Mayoritariamente de la flota potera que hoy enfrenta estas nuevas exigencias sanitarias que se asemejan bastante a medidas para arancelarias.  

Pese a la abundancia del illex y mayor oferta, subió su valor. El precio promedio al país asiático creció casi un 10%: de 2345 dólares a 2571 dólares. De los 346 millones de dólares que generaron las exportaciones pesqueras argentinas a China, 195 millones corresponden a calamar. Eso está en riesgo en el inicio del 2021.  “Hoy cuesta vender a 2 mil dólares”, reconoció Redini.

Los problemas no se circunscriben a los empresarios que pescan calamar. También los exportadores de langostino ven poca demanda, no solo desde China sino también Europa, donde los principales clientes, España e Italia, todavía sufren las consecuencias del covid y hay poco movimiento en la industria turística y de la recreación.

El langostino entero tuvo un 2020 perfectamente olvidable. Si bien España, su principal destino, tuvo una merma significativa, las ventas a China se redujeron drásticamente. Pasaron de 25400 toneladas en el 2019 a menos de 3 mil el año pasado.

 “Se explica por la falta de precio. Ante la escasez de producto, se vendió a quien mejor pagaba y más necesidad tenía”, remarcó Claudio Guida, gerente del área Pesca de Newsan una de las principales empresas exportadoras de langostino.

No solo China compró menos langostino. En diciembre España compró apenas un 10% menos que un año antes, cerca de 5 mil toneladas. Italia mostró una merma mucho más importante. De 2300 toneladas en diciembre de 2019 pasó a 875 toneladas en 2020.

“Tendrán que armar stocks para el verano pero depende del consumo en Semana Santa. Hoy tienen allá lo que les mandamos en octubre”, amplió Guida.

¿Quién puede reemplazar a China como el consumidor de la mayor porción de la torta pesquera argentina?. ¿Cómo hacer para encontrar otro mercado en un contexto de pandemia donde apenas asoma un crecimiento de Rusia y de Corea del Sur, a partir de la mayor exportación de condrictios?.

Más del 60% de las divisas generadas por las exportaciones pesqueras el año pasado se resume en solo 5 países. China, España, Estados Unidos, Italia y Japón. En los 3 primeros, el 48,6%. Eso genera una fuerte dependencia que impacta negativamente cuando en alguno se cierran las puertas.   

En este escenario Brasil representa una buena oportunidad para el langostino pero tampoco podrá atemperar el impacto del bloqueo chino. Si finalmente aceptan recibir carga con marisco congelado serán unas 10 mil toneladas las que se proyectan comercializar en el vecino mercado. Un 10% de lo que compra China.

Nadie puede reemplazar a un jugador tan grande en tan poco tiempo. Urge a las autoridades profundizar el diálogo con los representantes diplomáticos y sanitarios chinos a fin de erosionar las barreras sanitarias para que se reanude el normal flujo exportador. Si es que es un problema sanitario y no una forma que encuentra el gobierno chino para presionar a la Argentina en función de sus intereses comerciales y estratégicos en nuestro país.

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