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Roberto Garrone
La continuidad por otras 48 horas del paro que decidieron los sindicatos marítimos y fluviales sobre la noche de ayer miércoles con el objetivo de incrementar la presión sobre las autoridades para que los trabajadores del sector sean incluidos con prioridad en el plan nacional de vacunación, no parece conducir a resultados diferentes a los conseguidos hasta ahora. Son puestas en escena para visibilizar el reclamo, al menos en la pesca, en este tiempo de descuento para la zafra de langostino. La industria dependerá de su propia responsabilidad. Nadie asegura que eso sea una ventaja.
Las presiones de los gremios en las últimas horas hacia el gobierno, con la prolongación del paro también se hicieron visibles desde el sector patronal. Iban a sacar un documento conjunto pero algún ego les ganó de mano a la patronal. En esa previa, CAPECA había trazado un borrador del mensaje: bondades del sector pesquero como generador de divisas genuinas para el país, y prioridad en la vacunación para garantizar la continuidad del ciclo productivo, para lo cual las vacunas son claves.
Las empresas han ofrecido comprar dosis para aplicar a sus trabajadores y donar otras para las comunidades donde se desarrollan, algo que con el caso de Matías Almeida quedó en evidencia la bocacalle sin retorno. El gobierno quiere tener la administración exclusiva de un bien escaso.
Para colmo el contexto no ayuda tampoco a flexibilizar la provisión de vacunas en otros actores diferentes. Con casi 40 mil contagiados diarios y más de 700 muertes por día, el gobierno no destinará tiempo en atender reclamos puntuales de sectores productivos más allá que lo pidan 11 sindicatos que paralizan los barcos en ríos y el mar.
Porque si entrega las 30 mil dosis que reclama el sector marítimo, atrás llegarán los trabajadores de la industria cárnica, los mineros y los contratistas rurales que cumplen un rol fundamental en la cosecha. La decisión de Carla Vizzotti es no abrir la bolsa de actividades estratégicas. La Ministra sabe que si la abre para un sector, se colarán muchos otros.
Hugo Moyano y la presión que pueden generar los camioneros, parece ser el único dirigente que metió la mano en la bolsa de vacunas, por el guiño indispensable de Alberto Fernández.
Jorge Frías fue uno de los primeros en anunciar el paro de 48 horas. El Secretario General de la Asociación Argentina de Capitanes siempre un paso adelante y diferenciado del resto. Acompañar a Facundo Moyano al Minella a ver a Alvarado, se lo vio el lunes contra Tigre, no alcanza para detentar el mismo poder de la familia camionera.
Los gremios, más allá de este paro en continuado, no tienen mucho margen de juego ante un gobierno con el que acaban de acordar la ejecución de un salvataje financiero para las obras sociales sindicales, el paraíso de los dirigentes gremiales. Alberto Fernández autorizó un aporte extraordinario de 11.400 millones de pesos para sanear las cuentas que dejó un año de pandemia en la reunión del 6 de mayo pasado con la cúpula de la CGT.
Más allá de las vacunas sí creo que el sector tiene mucho para mejorar en cuestión de protocolos y ganar previsibilidad en alta mar una vez iniciada la marea. Lo que pasó en el congelador “Luca Mario” debería servir para reclamar algunos cambios.
El tripulante con síntomas compatibles de covid que mantenían aislado a bordo desde hacía cinco años fue desembarcado en Puerto Deseado luego que se conociera la situación a partir de la exposición de su hermana en redes sociales.
Es imposible pensar qué hubiese pasado si el hecho no trascendía. El capitán por las dudas bajó al camarote y trató de persuadirlo todo lo que pudo sobre la inconveniencia de volver a puerto.
Por una disposición del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires los particulares no pueden disponer de test rápidos para determinar la existencia o no del contagio. Esa decisión quitó los test de antígenos de las farmacias. También del acceso de las empresas armadoras.
Las cámaras empresarias deberían gestionar ante las autoridades para que les permitan utilizar esos test a bordo que ahora son potestad exclusiva de Prefectura. Al menos eso quedó demostrado con los casos de los brotes en los barcos que amarraron en Puerto Deseado y Comodoro Rivadavia. En Mar del Plata el testeo lo hace el operador sanitario habilitado por el Consorcio.
Con un test rápido a bordo, el “Luca Mario” no hubiese tenido que regresar de zona de pesca para desembarcar al marinero. Ahí mismo se hubiese determinado el resultado negativo y más allá que seguiría aislado, el capitán estaría cubierto ante Prefectura y sin interrumpir la marea.
Los armadores apoyan a los gremios en su pedido por vacunas y cambio de actividad esencial a estratégica. Fundamentalmente porque todavía estamos en la antesala de la zafra de langostino. Nadie imagina una medida parecida el mes que viene cuando se ponga en marcha la temporada de pesca en aguas nacionales. Nadie imagina un apoyo patronal a esa medida, digo.
Ahí habrá que salir a pescar, lo esencial se transformará en indispensable y muchos volverán a priorizar la rentabilidad por sobre la salud de sus trabajadores, piezas perfectamente reemplazables como vimos en el Xin Shi Ji 89. La familia de Manuel Quiquinte sigue esperando el llamado de Fenix Internacional. A dos semanas de conocida la muerte del oficial de máquinas el capitán Dirrolo todavía no expuso ante la Prefectura Deseado.
Son tiempos sensibles en los que desde todos los sectores se deben extremar los recaudos y fomentar la empatía. Los trabajadores marítimos son seres humanos esenciales, con o sin vacunas. La muerte del marinero de Misiones en el Hotel Augusto de Mar del Plata tras sufrir un paro cardíaco mientras cursaba covid, expone una situación crítica.
Tripulantes alojados en esos hoteles reconocen que nadie los llama, ni de la empresa ni la ART para saber su estado de salud. Algunos no tienen síntomas y otros apenas leves, pero hay casos en que se complica, pierden capacidad respiratoria y no tienen a quién recurrir.
“La situación puede cambiar de un momento a otro. Estar bien y de pronto saturar poco y necesitar asistencia. Hay que prestarles más atención”, dice Marcelo Navarro, de Proyecto Salud, el operador sanitario del puerto marplatense.
Si esta situación ocurre en Mar del Plata donde las tripulaciones contagiadas y los aislados en la previa de las zarpadas son alojados en hoteles de cierta categoría, en los puertos patagónicos la realidad es diametralmente opuesta.
La infraestructura de Deseado no esta preparada para recibir más de tres brotes de covid en simultaneo. En Comodoro el mayor obstáculo no es hotelero sino político. El intendente Luque mantiene una cruzada contra los referentes sindicales,. Luego de escuchar quejas del propio ministro Wado De Pedro, a regañadientes entregó el albergue municipal donde se aislaron los tripulantes contagiados del Mishima Maru. Un lugar que no debería no estar habilitado ni para alojar a personas sanas.
Y discrimina claramente barcos foráneos de los que operan en Comodoro. El costero Baffeta que va a merluza desde ahí tiene a toda la tripulación contagiada y pudo amarrar sin ningún problema. El Intendente cree que al virus lo traen los marineros foráneos. Luque atrasa 9 meses. Desde que el covid comenzó a saltear retenes y circular por todos lados.
Algunas empresas de buques tangoneros hacen base en Ingeniero White como punto intermedio de las tripulaciones que llegan desde el litoral. Bahía Blanca registró más de 500 casos diarios el día martes. Si no se extreman los recaudos en el aislamiento previo puede haber sorpresas desagradables a bordo. Las empresas que se esmeran en el operativo logístico para el traslado e hisopado de las tripulaciones tiene que monitorear de cerca que en los hoteles no se tire por la borda tanto esfuerzo y sobrecostos
Sin vacunas, o en dosis homeopáticas en función de la edad de los trabajadores como ocurre con el resto de la población, la industria pesquera debe mostrarse a la altura de las circunstancias para garantizar, con responsabilidad y respeto a los protocolos, la continuidad de la actividad en medio de la nueva ola de contagios.