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by Roberto Garrone
Son de La Plata y ya han tenido conversaciones con las autoridades de Pesca Provincia y Nación quienes escuchan y ponen reparos. Buscan recuperar un barco, repararlo, obtener un nuevo permiso y salir a pescar para proveer de pescado a comedores. “Es un plan de acción estratégico hacia Malvinas, un compromiso con nuestros compañeros caídos”, dice Hugo Roberts, impulsor de la idea.
La idea rompe todas las estructuras de la industria pesquera y hasta genera cuestionamientos sobre los verdaderos alcances de la Ley Federal de Pesca, o por qué la legislación vigente no podría generar las condiciones para abrigar los genes básicos del proyecto: alimentar al pueblo argentino con pescado del Mar Argentino pescado y reprocesado por argentinos..
En tiempos en que la flota “nacional” construye barcos en Vigo con la rentabilidad que genera al explotar recursos pesqueros en nuestro caladero, en días que se conocen nuevas órdenes de construcción de empresa canadiense, también en Vigo, apalancada por los beneficios de pescar vieira y ahora langostino en este rincón del océano atlántico, la idea de ex combatientes de Malvinas parece una verdadera quimera.
Nuestro mar, nuestros recursos parecen un tesoro reservado para multinacionales extranjeras. Si esto pasa dentro de nuestro caladero imaginen lo que pasa en milla 201 y en aguas de Malvinas.
La historia del “barco social” es así…. Ex combatientes de la Guerra de Malvinas de la ciudad de La Plata buscan reparar y convertir un barco abandonado, fuera de uso, dado de baja por la transferencia del permiso original, alguno que flota en los muelles del puerto de Mar del Plata, por ejemplo, en un barco capaz de pescar. La captura se reprocesaría en tierra y sería el distribuida en comedores escolares y comunitarios de La Plata, Berisso y Ensenada.
No es nuevo, le van dando forma hace un par de años. En el camino para persuadir a las autoridades y cristalizar el proyecto ya han pasado por el despacho del Director de Pesca provincial, Matías Nicolossi y mantuvieron una reunión por zoom con Carlos Líberman. Primero los escuchan entre sorprendidos y azorados, luego se entusiasman con la idea pero al final despliegan una carrera de obstáculos.
“A todos les parece una hermosa idea pero dicen que hay muchas trabas administrativas, que no se entregan más permisos de pesca, que lo define la Provincia, que lo define el Consejo Federal Pesquero, pero la verdad es que no veo voluntad de salir del statu quo”, confiesa Hugo Roberts, vicepresidente del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (Cecim) La Plata e impulsor de la iniciativa.
Los ex combatientes hasta identificaron un barco, el “Graciela” que hace poco cedió su permiso a una nueva embarcación y se han reunido con distintos especialistas del negocio para intentar hacer números y ver la viabilidad del proyecto.
Desarrollo Social entrega bolsones con comida, mayormente harinas y legumbres dentro de lo que se conoce como “Servicio Alimentario Escolar”. La porción de 150 gramos de pescado semanal prevista en el proyecto para distribuir a 130 mil personas tiene un costo similar o más bajo que el SAE. Con ese dinero se podría financiar parte del “barco social”.
“La pesca social es posible. Como decía Evita a los pobres no hay que darle sobras, sino darle lo mejor. Y lo mejor que podemos darle a un chico en un comedor es el pescado, fuente de aminoácidos y grasas insaturadas. Los recursos están ahí, en el mar, solo hace falta llevarlo a los comedores”, explica Robert que pese a todos los obstáculos no pierde la esperanza.
Antes de poner el foco en el Graciela pensaban en un costero de entre 15 y 20 metros de eslora con el cual disponer de unos 1500 cajones de pescado por semana. De ahí saldría la materia prima para alimentar a 130 mil personas con una porción de 150 gramos.
Si el CFP le entrega cuota social de merluza al “Anabella M”, un congelador de Pescapuerta, empresa que, como sostienen medios españoles, también pesca en Malvinas, a contramano de la legislación argentina y sin embargo no ha sido motivo de sanción alguna, por qué no se puede analizar este caso como una excepcionalidad.
Tal vez no puedan ser 2 mil toneladas como menciona en detalle el proyecto, o tal vez sí, y en vez de 130 mil sean 500 mil los pibes que pueden comer pescado y esquivar la malnutrición. Quién está en condiciones de rasgarse las vestiduras por dos toneladas de pescado cuando en la pesca del langostino se tiran 100 mil toneladas de merluza al agua.
Creo que el mayor problema que tiene la iniciativa es la larga lista de interesados que se pondrán en la fila para pedir lo mismo. En estos momentos hay frigoríficos en Mar del Plata que necesitarían tener quien les aporte merluza fresca para seguir trabajando con márgenes de rentabilidad. Y ya sabemos que en Buenos Aires no pasa como en patagonia: no hay cuota ni permisos provinciales para empresas que generan trabajo en tierra, solo para los armadores que lo salen a pescar.
“Liberman lo que me aseguró es a que podamos recibir nuevamente pescado como lo hicimos el año pasado que llegó merluza de Comodoro Rivadavia, pero no es lo que queremos”, dice Robert.
“Lo que queremos es tener el barco. Forma parte de un plan de acción estratégica para poder volver a mirar Malvinas. Es el compromiso que tenemos con nuestros caídos. No hay manera que los argentinos se vuelvan a enamorar del mar si no tenemos acceso a sus recursos, si todo lo que se pesca se exporta cuando el pueblo pasa hambre”, destaca Roberts.
De acuerdo con el proyecto, el Buque Social desembarcaría la captura, la llevaría a una planta de fileteado, lo congelaría y luego el producto llegaría para su distribución en comedores, explicó el, exsoldado de la Compañía C del Regimiento 7, que durante la Guerra de Malvinas combatió en cercanías del Monte Longdon y en el Cordón defensivo de Puerto Argentino.
Si bien en un momento la idea estuvo pensada para desarrollar en Mar del Plata, por la proximidad con La Plata y la capacidad productiva instalada que tiene la industria en el principal puerto pesquero del país, los impulsores del proyecto también sondean posibilidades en Patagonia. A fin de cuentas el pescado que pudieron repartir el año pasado llegó de Comodoro. Y Santa Cruz es tan “nacional y popular” como el gobierno de Alberto.
“Estaríamos cumpliendo con lo que señala la Ley Federal de Pesca, el máximo aprovechamiento social de los recursos pesqueros que son de todos los argentinos. El CFP lo administra, no hay riesgo biológico… “Les dan miles de toneladas a barcos factoría sin generar trabajo en tierra…. Acá no solo generaríamos trabajo sino que el pescado serviría para alimentar a los más necesitados. Contra eso no hay excusas”, se entusiasma Robert.