El ego de Frías, ansiedad por la anchoa y una denuncia por evasión que solo avanza en algunos medios

Sitio de Internet – Puerto de Palos- Mar del Plata

Roberto Garrone

El martes a la mañana Pablo Trueba y Oscar Bravo terminaron de sellar lo que había quedado inconcluso en la flota fresquera de altura marplatense la semana pasada cuando los dirigentes del SICONARA consiguieron el 45% en dos cuotas que habían ido a buscar al Ministerio de Trabajo y se fueron de la reunión.

Los dirigentes del SIMAPE y SOMU rubricaron a instancias de Garcia Luchetti y Fernando Rivera cada uno el acta que le correspondía para cerrar oficialmente el primer capítulo del reajuste paritario 2022 para los tripulantes marítimo.

Los funcionarios de Moroni deben aprender para la próxima paritaria que una vez que un gremio de la pesca cierra el acuerdo no tienen que dejar ir a nadie hasta que lo firmen todos. Como para que el conflicto no vaya a “tiempo extra”. Eso fueron las 48 horas posteriores a la foto de las sonrisas de Liberman con Alessi, tras el desencuentro de armadores y el SOMU en liquidar el reajuste, el paro de pico del gremio el jueves y la conciliación obligatoria de esa misma tarde para evitar males mayores.

Igual, más allá de las buenas intenciones de Moroni, es imposible apagar el ego de Jorge Frías y pretender que se mezcle con el resto de los gremios en una foto común. El Secretario General de la Asociación Argentina de Capitanes, que estaba dispuesto a defender el 40% en tres cuotas que ofrecía la patronal, que llamó “caprichoso” a un afiliado en una reunión informativa, según se lo pudo ver y escuchar en el video que registró ese momento, luego que la marinería y los maquinistas firmaran el 45%, salió esta semana a vender humo con un comunicado en el que dice pretender el 55% en tres cuotas.

En esa pelea diaria, constante e infructuosa por hacerse notar no duda en posar hasta con Hugo Moyano, tal vez el dirigente con menor prestigio en el mundo sindical. En esa carrera por no perder protagonismo en el mundo de la pesca es posible que en los próximos días Frias puede emitir nuevos comunicados o hasta declarar una medida de fuerza que en los hechos nadie cumplirá. Casi como el “descarte cero” que pregona en sus discursos mientras sus afiliados tiran millones de kilos de pescado al agua todos los años.

Mientras esperan ponerse de acuerdo con el SOMU en el valor del cajón, el gremio pidió 40 pesos y desde la cámara que agrupa a la flota amarilla de Rawson ofertaron 36, los armadores decidieron negociar con la flota pescando para escaparle a la chance de una medida de fuerza como la que afecto a los barcos fresqueros de altura en Mar del Plata, imaginan que la temporada de anchoa comenzará el mes que viene.

En las conserveras marplatenses esperan que sea luego del Día del Trabajador de modo de comenzar a recibir pescado cuanto antes. Las fábricas que compran siempre se unieron a través de un bróker. La orden es la de comprar hasta 3600 toneladas de las 10 mil que el Consejo Federal Pesquero le asignó a la flota de Rawson el año pasado. Para no atorar la línea de producción pidieron en Mar del Plata que no sean más de 8 los barcos abocados a la engraulis. Los compradores serían los que quedan en la industria: Natusur, Marbella, Marechiare y Puglisi. La Campagnola por ahora es una incógnita.

Aunque el STIA reclame y proteste, no hay capacidad instalada en Chubut para que el recurso pueda reprocesarse en suelo provincial. Solo Food Parner trasladó una inquietud al sector armatorial para atender la demanda de un cliente francés que pretendía importar pasta de anchoa.

“No le dan los costos para vender eso”, confió un pescador que igual lamenta los 0,80 dólares por kilo puesta en Mar del Plata, que pagarán las conserveras locales. Pesificado serían unos 92 pesos por kilo e incluye la descarga y el flete. “Nada mal”, evalúan por estas playas. El año pasado la anchoa osciló entre los 70 y 75 pesos.

Así como la flota congeladora de Solimeno y Moscuzza subsidian a sus obreros del pescado en tierra, en Rawson el langostino compensa especies menos rentables como la anchoa y la merluza, el otro recurso al que el STIA vigila para que no salga de la provincia sin procesar aunque no haya fábricas ni fileteros capaces de cortarla.

Antes de ir a la anchoa la flota amarilla cumplirá el compromiso de entregar merluza en Comodoro. Para eso fue la últma foto con el gobernador Arcioni en que anunciaron negociar pescando con el SOMU. A 0,50 dólar por kilo de merluza entera el problema comenzará cuando las plantas no den abasto y la flota tenga tiempo ocioso entre marea y marea. Por lo pronto Gustavo González y“Tato” Cereseto se garantizaron que la merluza que capturen sus barcos la corten en Madryn para evitar esas demoras.

Los referentes de la flota amarilla de Rawson volvieron a ocupar espacio en medios nacionales por estos días, otra vez a partir de la denuncia del ex superministro de Seguridad chubutense, Federico Massoni, quien en el 2020 los acuso en la Fiscalía Federal por evasión impositiva a partir de la creación de empresas fantasmas.

Los movimientos de la flota costera de la mano de este grupo de armadores, su crecimiento significativo y simultáneo del poder de pesca de los barcos y sus bodegas en los últimos años al compás de la abundancia del langostino patagónico, la adquisición de nuevos barcos, modernos, seguros y eficientes, la compra de plantas de reproceso, el control del servicio de estiba y algunas decisiones políticas/administrativas a medida de sus necesidades,  han despertado algunas sospechas y suspicacias, no solo en Chubut.

El ex funcionario de Arcioni aseguró haber ampliado la denuncia, reportó avances en la causa y la consistencia de elementos probatorios que llevarían a ponderar un defalco por 4500 millones de pesos a partir de la entrada en escena de una “asociación criminal dedicada a evadir”.

Massoni involucró en la maniobra a ex y actuales funcionarios de la cartera pesquera, dirigentes sindicales del SUPA en la maniobra a Ignacio Torres, senador de Juntos por el Cambio.. Con ese anzuelo captó la atención de medos nacionales afines al gobierno donde sus dichos tuvieron amplia repercusión. Su familia es proveedora de la pesca desde la distribuidora de combustible aunque en Playa Unión dicen que no es el único ni el más importante.

Torres fue electo senador el año pasado en una elección en la que Massoni terminó, como candidato del oficialismo en el cuarto lugar. En Chubur advierten que se trata de un denunciador serial y que es mentira que la causa haya tenido avances.

Allegados a Cereseto consideran que es un nuevo capítulo de una veja campaña que busca desprestigiar al Senador a partir de su vínculo con la flota amarilla, que reconocen y no niegan. Lo ven como el futuro gobernador de Chubut y no esconden su apoyo casi incondicional.

“Hace mucho que lo ensucian pero en todos estos años nunca hubo un allanamiento a sus empresas, un dictamen, no hay nada. Se pusieron a disposición de la Fiscalía, de la AFIP y no hay pruebas de nada de lo que dice”, aseguran cerca del empresario para desacreditar al ex funcionario.

Si bien cada vez tiene menos injerencia en la vida política de Chubut, en la pesca miran todos de reojo cada vez que Massoni abre la boca. “Nadie orina agua bendita”, reconocen, pero una cosa es que los oficiales cobren más de la mitad de lo que ganan por afuera del recibo, que muchas plantas que compran la captura paguen una porción en negro, y que esa producción luego la subfacturen al  momento de exporta para emprolijar el circuito. Que una cosa son esos dibujos para pagar menos impuestos y otra evadir por 4500 millones de pesos como dijo Massoni en los medios.

La subfacturación es moneda corriente al sur y norte del Río Colorado. Ayer en Mar del Plata estaba detrás de otra historia y un exportador prefirió no darme el valor de una tonelada de besugo. “Cuál querés, la que declaro o la que realmente cobro”, me reportó otra fuente que consulté buscando el dato.  No me lo dio pero reconoció que a los precios que figuran en los números oficiales tenía que sumarle un 20%.

Me explicó que la ganancia queda afuera y la traen con el dólar contado con liquidación. Se ahorra (evaden) con brecha, derechos, ingresos brutos e impuesto a las ganancias. La industria pesquera argentina, siempre, y en estos tiempos de inflación en dólares, mucho más.