Piden clausurar harinera de pescado por los olores nauseabundos que invaden a todo Madryn

Diario El Chubut – Comodoro Rivadavia

Puerto Madryn enfrenta una vez más el desafío de conciliar su desarrollo industrial con la preservación de su perfil turístico debido a la problemática de olores nauseabundos que emanan de la planta harinera de pescado.

Harinas Patagónicas SRL es la única habilitada para hacer ese trabajo y, por aprobación del Concejo Deliberante años atrás, no puede instalarse en Madryn ninguna otra para tal fin. La situación conflictiva escaló al punto que el Procurador General Adjunto de Chubut, Emilio Porras Hernández, elevó con un dictamen al Superior Tribual de Justicia que recomienda el amparo ambiental y la clausura de la fábrica por estar operando sin las debidas habilitaciones provinciales y municipales.

El inicio de la temporada de langostinos trae consigo no solo actividad económica sino también preocupaciones ambientales amplificadas por el funcionamiento irregular de esta planta que perciben todos los vecinos de Madryn. 

La problemática no es nueva. A pesar de que en meses anteriores se implementaron sanciones por parte del Ministerio de Ambiente y Control del Desarrollo Sustentable, así como del área de control ambiental de la Municipalidad de Puerto Madryn, las medidas adoptadas resultaron ser temporales, y los olores volvieron a ser un tema de queja recurrente entre los vecinos y las entidades locales.

Los reclamos de los ciudadanos y de diversas organizaciones apuntan a una acción más firme y prolongada por parte de las autoridades para resolver esta situación. La continuidad de estos episodios pone en evidencia la necesidad de un compromiso más robusto con las políticas de sostenibilidad ambiental, especialmente en áreas que conjugan la actividad industrial con un alto flujo turístico. 

Este conflicto también subraya una disparidad notable dentro de la misma industria pesquera, que ha realizado inversiones para mejorar el tratamiento de residuos y su impacto ambiental. Sin embargo, la presencia de una planta que no estaría cumpliendo con los estándares reglamentarios necesarios no solo afecta la calidad de vida de los residentes, sino que también pone en riesgo la viabilidad a largo plazo del turismo en la región, una fuente vital de ingresos para la ciudad.

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