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La industria pesquera alertó en un pronunciamiento conjunto que atraviesa una de “las crisis más profundas de su historia”, por la parálisis de la flota tangonera congeladora que permanece completamente paralizada.
Esta inactividad, que ya lleva 17 días, ha generado una pérdida estimada en más de 100 millones de dólares en exportaciones que no se hicieron. La situación está afectando no solo a las empresas armadoras, sino también a plantas procesadoras, proveedores, estibadores y toda la cadena logística. En tanto, el Centro de Patrones y Oficiales Fluviales, de Pesca y de Cabotaje Marítimo, alertaron que van a adherir al paro de la CGT.
Según indicaron en el sector, la causa central de este colapso operativo es el régimen laboral establecido por un convenio colectivo de trabajo firmado en 2005, que sigue vigente luego de 20 años sin actualización con relación a las condiciones reales del mercado actual.
Hay más de 100 buques amarrados en puertos clave como Mar del Plata, Puerto Madryn y Puerto Deseado. Se estima que se pierden 3 millones de dólares por cada día que no se pesca.
En el caso específico del langostino —producto que representa el 52% de las exportaciones pesqueras y que generó ingresos por más de US$600 millones en 2024, según cifras oficiales— el salario de los tripulantes está vinculado a un valor histórico del producto que hoy no se condice con el mercado. Mientras que en 2005 se lo valoraba en US$12/kg, actualmente el precio promedio ronda los US$5,5/kg.
Esta desactualización lleva a que el costo empresarial por un marinero pueda alcanzar los 16 millones de pesos mensuales, mientras las empresas registran una rentabilidad negativa del -21% por marea. Esta estructura salarial, desfasada y sin paralelismo internacional, ha sido señalada como una de las principales amenazas a la sustentabilidad económica del sector.
Además, señalaron que a este esquema laboral inviable se suma la carga fiscal: retenciones del 6% a las exportaciones y Derechos Únicos de Extracción (DUE) recientemente incrementados en promedio un 210%, sin que el sector haya sido incluido en el régimen de reducción de retenciones anunciado por el Gobierno. Al igual que la inflación en dólares de insumos críticos —combustibles, repuestos, servicios portuarios— ha dejado a las empresas sin margen operativo.
Si bien la parálisis es más visible en la flota congeladora, el segmento fresquero —con base principalmente en Mar del Plata— atraviesa una crisis estructural desde fines de 2023, según mencionaron.
El precio del kilo de merluza fresca en banquina permanece congelado en $650, mientras los costos se dispararon. Según un informe encargado por cámaras del sector a la consultora INVECQ, cada vez que un buque fresquero zarpa se pierde un 21% de lo facturado.
Por ejemplo, un buque que descarga 3000 cajones factura $73,5 millones, pero incurre en costos por $88,5 millones. Las plantas procesadoras en tierra también operan a pérdida, con costos que superan los US$3500 por tonelada de filete, mientras que el producto se vende a US$2800, afirmaron.
Así también observaron que el sector fresquero, que es la fuente del mercado interno, no ha parado, se está generando ya una sostenida parálisis por goteo. Según dimensionaron, en Mar del Plata, por ejemplo, todos los días queda un nuevo barco parado en el muelle, por no poder pagar las cuentas, o cierra una planta de fileteado o se abren retiros voluntarios. “El impacto de esta situación parece encaminarse indefectiblemente hacia un quebranto o parate definitivo del sector”, alertaron.